“Discutir sin parar”, esa es la tarea diaria de una mujer a quien sus problemas le llegaron al cuello, y que acabaron con su salud emocional, su felicidad y su motivación para vivir. Esto es lo que responde después de preguntársele, por qué siempre habla de manera apresurada, en tono demasiado alto y desbordando casi en gritos. Ella solo se despojaba de la frase “estoy harta”. Parece dramático, pero este es el sentir de alguien que habla sin escuchar, y le hablan aún, sin ser escuchada.
Preguntas van y vienen, tal vez llevando una conversación que tiene su sentido más interno, en el desahogar todo aquello que la agobia, y yo desempeñándome como escuchante activa, comienzo esta reflexión.
El poder de escuchar. Existen diversos escritos, estudios y posiciones acerca de este fenómeno, y lo considero fenómeno porque impacta de manera muy positiva entre las personas, pero no muchos entienden su valor, y por ende no lo ponen en práctica. Dicen los expertos de la comunicación que “saber escuchar” quizás, es más importante dentro del acto comunicativo, que el saber hablar elocuentemente, ya que las personas quienes reciben los mensajes, no lo hacen coherentemente o se desinteresan sobre lo que escuchan. Entonces, antes de hablar, discutir, gritar, aconsejar, culpar o recriminar, es indispensable primero saber escuchar. La comunicación tiene un ejercicio muy sencillo, un emisor enviando mensajes, un mensaje enviado por un canal y un receptor a quien le llega ese mensaje. La mujer de la que les hablaba y me sirve de inspiración para este escrito, además de hablar de una forma poco adecuada, también es carente de herramientas de escucha, y la comunicación en su entorno se vuelve un círculo vicioso de gritos con efecto rebote, en donde saber escuchar se vuelve necesario e imprescindible, para no hacer más daño del que ya se ha perpetrado.
Siempre nos centramos en lo que vamos a decir después de lo que esté hablando el otro interlocutor, sin ni siquiera encontrar el sentido más exacto de lo que está expresando el otro o ni siquiera oír su tono de voz; esto también se traslada a los escritos, ya que el saber escuchar es en lectura, como el leer comprensivamente y desarrollar una lectura más inferencial, como rescatando desde el fondo lo que el escritor quiere decirnos.
La inspiradora de este artículo, se siente sorprendida al escuchar mi sugerencia: ¡Escúchate!, inmediatamente para de hablar, me mira fijamente y me dice: “si, eso es lo que primero debo hacer, y también debo escuchar a mi esposo y a mis hijos…….y debo escuchar a mis padres, y a mis amigos; pero a mí nadie me escucha, excepto esta vez.”
Definir que le sucede psicológicamente, es tarea de un profesional en este arte; pero el desarrollar una escucha más sana, es una opción que está ahí en la mente de cada uno, como un accesorio de valor que cada quien debe sacar y hacer uso de ello.
Para mejorar:
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· Dejar de lado las ideas preconcebidas; es decir, no escuche con una
actitud de prevención, ya que no existe tema de poco interés, solo personas no interesadas.
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· Fijarnos en el contenido de lo que nos dicen ( gestos, tono de voz, mensajes),
más que en el exterior y el entorno.
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· Cuando nos escuchan, se tiene una sensación placentera, es por eso que debemos
ser consecuentes con lo que pensamos y en reflejo, debemos atender a quien nos habla.
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· Al hacer suposiciones y emitir juicios
previas, estamos truncando la exposición de quien habla y estamos elaborando ideas que tal vez no sean las que nos quieren transmitir.
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· Debemos apartarnos de la creencia de que saber escuchar es
sinónimo de poca inteligencia, o sumisión y mucho menos de no ser un gran líder; por el contrario saber escuchar es característica de personas de avanzada, pues solo
escuchando se pueden tomar decisiones y dar pasos acertados.
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· Mirar a los ojos al que habla, esto creará una conexión infalible para el
éxito comunicativo. El lenguaje de los ojos y los gestos apoya al emisor y esto también se debe atender.
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- · Todo lo que una persona dice tiene un valor, que se lo da quien le escucha, tanto así que si no se es un buen escucha , se está perdiendo de un saber valiosísimo, al cual se está negando recibir.
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- · El saber escuchar genera felicidad, por eso se es libre de escuchar a plenitud; igualmente se recomienda no tomarlo como una técnica de comunicación sino como un estilo de vida.
Finalmente, con el sentimiento y el deseo siempre de unas mejores relaciones sociales, aprenda a escucharse y escuchar a otros, todos tenemos algo importante que decir y los demás algo importante que escuchar, de lo cual van a aprender.
Entre tanto mi “musa inspiradora”, se ha sensibilizado sobre esta práctica tan necesaria y quiere empezar un cambio; al menos ya hay un reconocimiento de sí misma en esta situación, ¡ya dio un primer paso!
¡Gracias por tu lectura!
Lupita.